Ingenieros
de herramientas para derrumbar el riesgo.
El
ingreso a la práctica profesional, casi que pasa a convertirse en sinónimo de
ansiedad, significa poner a prueba tus capacidades, los conocimientos adoptados
a lo largo de cuatro años versus lo que el entorno al que te enfrentas requiera
de ti; un entorno donde a pesar de contar con un respaldo, como tu asesor, va a
exigirte que entregues más del cien por ciento. Ser psicólogo, tiene consigo
una realidad casi que equiparable a la perspectiva en la que se ubica un profesional
en la medicina, pues como psicólogo tienes también la responsabilidad de una o
varias vidas en tus manos. Con esa consigna recibí con ansias la tan anhelada
carta de presentación en la que la dirección de tus ojos se va inmediatamente
hacia el lugar en donde fuiste asignada, debo confesar que este fue lo que he
denominado como “mi primer choque”, leer, Institución Educativa Comercial del
Norte, género en mí una oposición entre la satisfacción de poder ejercer mi práctica
desde el deseo del área solicitada, el área clínica, en contraste con
realizarla en un contexto educativo, sin saber mucho el porqué de esta relación
dialéctica entre estas dos realidades, asumí con mucha disciplina y disposición
el papel con el que de ahora en adelante será tu presentación, psicóloga
practicante.
La
responsabilidad de ser la “psicóloga practicante”, en una institución que no
cuenta con un profesional de planta en el área, se convierte en un reto mayor
desde el inicio, si bien estas desde tu práctica, el contexto se encarga de
ubicarte como profesional, así entonces desde la ley 1090, el código
deontológico y bioético para la profesión y tomando como referencia el articulo
diez, deberes y obligaciones del psicólogo, el Congreso de la república (2006)
alude a sobreponer la ética profesional tanto en relación con la institución a
la cual prestas tu servicio, desde el manejo confidencial de la información, un
ejercicio efectivo y responsable en cuanto al registro de información veraz, el
uso del consentimiento informado y la puesta en práctica de técnicas acordes a
cada caso, dando paso al seguimiento y activación de protocolo y rutas de
atención e intervención desde el ejercicio formativo en el área de psicología
clínica acorde a las premisas de la normatividad vigente para el ejercicio de
la profesión.
La
población en la cual empieza a evidenciar la necesidad latente en la institución,
se centra en los grados sextos, una población cuya realidad psicosocial y de círculos
afectivos, está constantemente ubicada sobre un delgado hilo que facilita la
elección al riesgo, desde aquí empezamos entonces la identificación de la ruta
hacia la construcción del diagnóstico, partiendo de la observación participante y entrevistas semiestructuradas
tanto a docentes como estudiantes, evidenciando que durante
este proceso de transición entre primaria y bachillerato confluyen varios
factores que inciden en la adopción de conductas de riesgo por parte de la
población estudiantil, resaltando la vivencia de cambios significativos que
influyen en sus emociones, conductas y pensamientos, esas conductas de riesgo
prevalentes en la población se manifestaron en índices de agresividad,
autolesión y consumo de sustancias psicoactivas nivel exploratorio como
resultado de esas experiencias de vacíos a nivel emocional. De acuerdo a los
hallazgos del diagnóstico nos lleva entonces a plantear como objetivo, el
disminuir las conductas de riesgo que asumen los estudiantes de grado sexto
incidiendo en la gestión asertiva de emociones en la transición de primaria a
bachillerato de la Institución Educativa Comercial del Norte, a su vez que
ubicar a los mismos adolescentes como los actores principales hacia esa ruta de
cambio, reflejo de ello el proyecto recibe como título “Ingenieros de herramientas para derrumbar el riesgo”.
El
diseño del proceso interventivo fue abordado desde los postulados del paradigma
humanista donde cada sujeto es responsable en la activación de su propio
cambio, descubrimiento y el fortalecimiento de sus herramientas, convirtiéndose
en el agente potenciador para lograrlo. Partimos principalmente de una
metodología vivencial donde las seis actividades se desarrollaron de forma
grupal con una duración de dos horas cada una, en asistencia semanal; como guía
de referencia se emplearon como base los postulados del arte terapia para
facilitar así el reconocimiento y la expresión emocional, por medio de acciones
manuales, artísticas, lúdicas y corporales, que se llevarán a cabo mediante el
uso de pinturas, papeles, plastilina entre otras, actividades que tuvieron como
población objetivo 10 estudiantes del grado 6-A y ocho estudiantes del grado
6-C, cuyas características en común fueron falencias a nivel personal,
emocional y educativa, requiriendo como factor innovador abordar el componente emocional vital en la construcción
del ser y que transversaliza los procesos académicos en este ciclo de vida,
facilitando el autoconocimiento y la apropiación de recursos propios que
favorecen el autocuidado, en un contexto predominantemente vulnerable para los adolescentes.
La participación de 16 de 18 estudiantes como promedio de
asistencia en total de las actividades, permitió evidenciar en los resultados
que en un 90%, la población estudiantil desde su aprendizaje otorgó mayor peso
de importancia al factor emocional, a lo largo del acompañamiento, se
permitieron experimentar el reconocimiento de sus emociones y las vías asertivas
para su expresión. De igual manera identificaron la relación que ese proceso de
autoconocimiento con sus emociones y sus
herramientas los lleva a alejándose gradualmente de esos riesgos asumidos en su
proyecto de vida, por lo tanto y con base en la encuesta, se pudo evidenciar
que desde ese reconocimiento y expresión de sus estados emocionales y la
relación que éstas tienen hacia el riesgo, un 95% de los estudiantes perciben
una disminución de esas conductas de riesgo que asumen en la transición de
primaria a bachillerato.
La ejecución del proyecto, permitió concluir en esa ruta
de acompañamiento que el diseño de la intervención resalto la necesidad de
ubicar la exploración del componente emocional en los estudiantes del grado
sexto, el cual con miras al cumplimiento efectivo de los objetivos propuestos
para esta población, requirió de una postura de cercanía en la ejecución con
ellos de algunas de las actividades rompiendo el esquema de superioridad entre
psicóloga – estudiantes y generando mayor disposición en la realización del
mismo. Así entonces se alcanzó a generar un proceso de conocimiento y de
descarga emocional, mediante el acompañamiento en la disolución de aquellas
barreras socio individuales que impedían soltar esos estados que los empujaron
a asumir algún tipo de riesgo. A su vez por medio de las estrategias artísticas
se logró encaminar a los estudiantes hacia ubicarse como agentes potenciadores
de conductas asertivas tanto en dirección de sí mismos, como desde y para su
entorno desde la identificación de factores protectores.
La
psicología desde sus bases teóricas permite como aporte disciplinar generar un
camino de acercamiento efectivo a los procesos emocionales/afectivos de los adolescentes
en esta etapa vital, específicamente la psicología humanista desde ese estado
de conocimiento propio facilita el trabajo con las emociones y el
autoconocimiento promoviendo el sano desarrollo, desde la libertad y
responsabilidad, lo cual conlleva a fortalecer los recursos propios para
afrontar las experiencias de la vida en ese camino de desarrollo y de
expansión. De ahí que mi experiencia de práctica, me deje como lección
aprendida que las emociones son determinantes en los procesos de enseñanza aprendizaje,
por lo cual, ser abordado desde la experiencia de sus protagonistas les permita
encontrase desde su conciencia y tomar distancia de los riesgos asumidos que
surgen como resultado de la desconexión y la represión emocional, llevando así
ese proceso de conciencia a tomar en cambio fomentar la expresión potencial de
habilidades y capacidades propias del ser.
Practicante: Astrid Lorena Paredes Moreno
Área: Psicología
Clínica
Asesor: María Virginia Patiño López
Periodo: 2018 II – 2019 I
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