viernes, 2 de agosto de 2019



Ingenieros de herramientas para derrumbar el riesgo.


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El ingreso a la práctica profesional, casi que pasa a convertirse en sinónimo de ansiedad, significa poner a prueba tus capacidades, los conocimientos adoptados a lo largo de cuatro años versus lo que el entorno al que te enfrentas requiera de ti; un entorno donde a pesar de contar con un respaldo, como tu asesor, va a exigirte que entregues más del cien por ciento. Ser psicólogo, tiene consigo una realidad casi que equiparable a la perspectiva en la que se ubica un profesional en la medicina, pues como psicólogo tienes también la responsabilidad de una o varias vidas en tus manos. Con esa consigna recibí con ansias la tan anhelada carta de presentación en la que la dirección de tus ojos se va inmediatamente hacia el lugar en donde fuiste asignada, debo confesar que este fue lo que he denominado como “mi primer choque”, leer, Institución Educativa Comercial del Norte, género en mí una oposición entre la satisfacción de poder ejercer mi práctica desde el deseo del área solicitada, el área clínica, en contraste con realizarla en un contexto educativo, sin saber mucho el porqué de esta relación dialéctica entre estas dos realidades, asumí con mucha disciplina y disposición el papel con el que de ahora en adelante será tu presentación, psicóloga practicante.

La responsabilidad de ser la “psicóloga practicante”, en una institución que no cuenta con un profesional de planta en el área, se convierte en un reto mayor desde el inicio, si bien estas desde tu práctica, el contexto se encarga de ubicarte como profesional, así entonces desde la ley 1090, el código deontológico y bioético para la profesión y tomando como referencia el articulo diez, deberes y obligaciones del psicólogo, el Congreso de la república (2006) alude a sobreponer la ética profesional tanto en relación con la institución a la cual prestas tu servicio, desde el manejo confidencial de la información, un ejercicio efectivo y responsable en cuanto al registro de información veraz, el uso del consentimiento informado y la puesta en práctica de técnicas acordes a cada caso, dando paso al seguimiento y activación de protocolo y rutas de atención e intervención desde el ejercicio formativo en el área de psicología clínica acorde a las premisas de la normatividad vigente para el ejercicio de la profesión.

La población en la cual empieza a evidenciar la necesidad latente en la institución, se centra en los grados sextos, una población cuya realidad psicosocial y de círculos afectivos, está constantemente ubicada sobre un delgado hilo que facilita la elección al riesgo, desde aquí empezamos entonces la identificación de la ruta hacia la construcción del diagnóstico, partiendo de la observación participante y entrevistas semiestructuradas tanto a docentes como estudiantes, evidenciando que durante este proceso de transición entre primaria y bachillerato confluyen varios factores que inciden en la adopción de conductas de riesgo por parte de la población estudiantil, resaltando la vivencia de cambios significativos que influyen en sus emociones, conductas y pensamientos, esas conductas de riesgo prevalentes en la población se manifestaron en índices de agresividad, autolesión y consumo de sustancias psicoactivas nivel exploratorio como resultado de esas experiencias de vacíos a nivel emocional. De acuerdo a los hallazgos del diagnóstico nos lleva entonces a plantear como objetivo, el disminuir las conductas de riesgo que asumen los estudiantes de grado sexto incidiendo en la gestión asertiva de emociones en la transición de primaria a bachillerato de la Institución Educativa Comercial del Norte, a su vez que ubicar a los mismos adolescentes como los actores principales hacia esa ruta de cambio, reflejo de ello el proyecto recibe como título “Ingenieros de herramientas para derrumbar el riesgo”.

El diseño del proceso interventivo fue abordado desde los postulados del paradigma humanista donde cada sujeto es responsable en la activación de su propio cambio, descubrimiento y el fortalecimiento de sus herramientas, convirtiéndose en el agente potenciador para lograrlo. Partimos principalmente de una metodología vivencial donde las seis actividades se desarrollaron de forma grupal con una duración de dos horas cada una, en asistencia semanal; como guía de referencia se emplearon como base los postulados del arte terapia para facilitar así el reconocimiento y la expresión emocional, por medio de acciones manuales, artísticas, lúdicas y corporales, que se llevarán a cabo mediante el uso de pinturas, papeles, plastilina entre otras, actividades que tuvieron como población objetivo 10 estudiantes del grado 6-A y ocho estudiantes del grado 6-C, cuyas características en común fueron falencias a nivel personal, emocional y educativa, requiriendo como factor innovador abordar el componente emocional vital en la construcción del ser y que transversaliza los procesos académicos en este ciclo de vida, facilitando el autoconocimiento y la apropiación de recursos propios que favorecen el autocuidado, en un contexto predominantemente vulnerable para los adolescentes.
La participación de 16 de 18 estudiantes como promedio de asistencia en total de las actividades, permitió evidenciar en los resultados que en un 90%, la población estudiantil desde su aprendizaje otorgó mayor peso de importancia al factor emocional, a lo largo del acompañamiento, se permitieron experimentar el reconocimiento de sus emociones y las vías asertivas para su expresión. De igual manera identificaron la relación que ese proceso de  autoconocimiento con sus emociones y sus herramientas los lleva a alejándose gradualmente de esos riesgos asumidos en su proyecto de vida, por lo tanto y con base en la encuesta, se pudo evidenciar que desde ese reconocimiento y expresión de sus estados emocionales y la relación que éstas tienen hacia el riesgo, un 95% de los estudiantes perciben una disminución de esas conductas de riesgo que asumen en la transición de primaria a bachillerato.

La ejecución del proyecto, permitió concluir en esa ruta de acompañamiento que el diseño de la intervención resalto la necesidad de ubicar la exploración del componente emocional en los estudiantes del grado sexto, el cual con miras al cumplimiento efectivo de los objetivos propuestos para esta población, requirió de una postura de cercanía en la ejecución con ellos de algunas de las actividades rompiendo el esquema de superioridad entre psicóloga – estudiantes y generando mayor disposición en la realización del mismo. Así entonces se alcanzó a generar un proceso de conocimiento y de descarga emocional, mediante el acompañamiento en la disolución de aquellas barreras socio individuales que impedían soltar esos estados que los empujaron a asumir algún tipo de riesgo. A su vez por medio de las estrategias artísticas se logró encaminar a los estudiantes hacia ubicarse como agentes potenciadores de conductas asertivas tanto en dirección de sí mismos, como desde y para su entorno desde la identificación de factores protectores.

La psicología desde sus bases teóricas permite como aporte disciplinar generar un camino de acercamiento efectivo a los procesos emocionales/afectivos de los adolescentes en esta etapa vital, específicamente la psicología humanista desde ese estado de conocimiento propio facilita el trabajo con las emociones y el autoconocimiento promoviendo el sano desarrollo, desde la libertad y responsabilidad, lo cual conlleva a fortalecer los recursos propios para afrontar las experiencias de la vida en ese camino de desarrollo y de expansión. De ahí que mi experiencia de práctica, me deje como lección aprendida que las emociones son determinantes en los procesos de enseñanza aprendizaje, por lo cual, ser abordado desde la experiencia de sus protagonistas les permita encontrase desde su conciencia y tomar distancia de los riesgos asumidos que surgen como resultado de la desconexión y la represión emocional, llevando así ese proceso de conciencia a tomar en cambio fomentar la expresión potencial de habilidades y capacidades propias del ser.

Practicante: Astrid Lorena Paredes Moreno
Área: Psicología Clínica
Asesor: María Virginia Patiño López
Periodo: 2018 II – 2019 I

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