viernes, 2 de agosto de 2019



La práctica profesional: una experiencia visible a la realidad 

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Llegar a noveno semestre, era sinónimo de que sabía que debía empezar mi práctica profesional, no negaba el temor al imaginarme que debía salir del nicho de la universidad para acercarme a la realidad. La zozobra que genera aquella reunión porque sabes que te enteraras del nombre de la institución que te acogerá esos dos semestres que duran las prácticas, me hacía cuestionarme si realmente me sentía preparada para dejar las aulas en busca de una práctica real, en el que tus conocimientos, tus habilidades, pero sobre todo tu actitud serían los gestores de una buena práctica profesional. Para mi caso, la institución elegida en un momento de azar o del destino de la vida me ubicó en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, una entidad del gobierno que busca proteger los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Ya imaginaba la responsabilidad que requería la aplicación de la ética profesional, puesto que el primer protocolo que me hicieron firmar fue un compromiso de confidencialidad por los casos que ingresan al sistema de protección.

No niego que sentía miedo en las primeras semanas, en ese proceso de adoptarme al lugar y a sus dinámicas institucionales, pero gracias a las orientaciones de la psicóloga María C., mi jefa inmediata me ayudaron a romper miedos que solo estaban en mi mente. De ahí en adelante me sentía agradecida de estar en ese lugar, especialmente por las personas que conformaban  nuestro equipo interdisciplinar. Así inicio entonces, el camino al que hoy de la mano de mi asesora le estamos dando cierre. Pero como todo tiene un inicio, la identificación de la necesidad que requería ser mitigada con mi presencia en el ICBF, quienes atienden a diario diferentes problemáticas familiares tan aberrantes como se las puedan imaginar. Me hizo dirigir la mirada sobre los principales cuidadores de los niños y niñas, llamados padres, madres, tías, abuelas, hermanas o cualquier persona que bajo su responsabilidad tuviera un niño o una niña que ya registraban en el sistema y que el motivo de ingreso fuera por maltrato físico, psicológico o negligente, puesto que según cifras de la misma institución ese ese es el motivo de mayor atención de nuestros niños y niñas. Entonces, ¿Cuál fue mi diagnóstico?, que 10 familias con niños y niñas que ingresaron al sistema de protección no contaban con un acompañamiento asertivo que fomentara vínculos afectivos sanos en pro del desarrollo de su bienestar integral.

La marcha contra el tiempo que ya avanzaba, me hizo pensar en el proceso de intervención, con el objetivo de lograr transformar las formas de acompañamiento de cuidadores que favoreciera los vínculos afectivos y las pautas de crianza desde un enfoque humanista, reconocía que requería de romper imaginarios en ellos, puesto que los traían consigo desde generaciones pasadas, transmitidas por sus padres pero que a nuestras fechas ya no podían ser aplicadas, pero le aposté a que era la mejor forma de asegurar bienestar emocional para los niños y niñas. La búsqueda de las mejores herramientas y actividades que me permitieran cumplir con el objetivo planteado, me llevaron a concluir dos cosas, primero, que las dinámicas a partir de cátedras no funcionarían para lograr adherir a esos cuidadores con mi proyecto, pero si identifique que las actividades desarrolladas desde técnicas vivenciales, de relajación, de escritura, de proyección, y que tuvieran un fundamento constructivista, basados en un enfoque humanista, me permitiría un buen desarrollo de las actividades propuestas a partir de las propias experiencias de los cuidadores y la gestión de sus emociones como ejes central de las cuatro actividades planteadas.

Familia y Educación, en el que reconocían la importancia de capacitarse en la tarea de acompañar asertivamente la crianza de los hijos, al finalizar ese primer encuentro pensé en que podría haber logrado dos cosas, una, adherir a los participantes para que a la siguiente semana regresaran a encontrarse conmigo otras dos horas, o por el contario y la que más me asustaba,  que no quisieran regresar. Pero algo funcionó y asistieron a las siguientes tres actividades, Manejo de las Emociones, donde reconocían que las emociones que más prevalecían era la ira y el enojo cuando hacían contención de las conductas de sus hijos, por lo que las herramientas psicológicas brindadas les ayudaría para canalizar dichas emociones. El tercer encuentro, Reconstruyo el Rol de Cuidadores ubicándose en el lugar de sus hijos para después describirse, les permitió identificar sus falencias pero también sus fortalezas. Nuestro último encuentro, dirigido sobre la Escritura Terapéutica, me llevó a reflexionar sobre la importancia que tienen las emociones  en nuestras vidas, pues pueden jugar a favor o en contra de los vínculos parentales en este caso, pero las emociones que recorrían mi ser, al ver como ellos a través de sus cartas expresaban todo el amor que les brotaba por sus hijos y los cambios que generarían con el paso de mi proyecto, me llevó a pensar que la elección de mi trabajo de práctica sobre los cuidadores en un ejercicio de validar y valorar su labor, para darle lugar a los procesos internos como una forma de transformar y potenciar sus habilidades, fue la mejor decisión, más aún cuando te expresan la necesidad de seguir asistiendo a encuentros que les permita ser mejor acompañantes en la crianza de sus hijos.

Las expresiones de agradecimiento de los participantes por el acompañamiento psicológico brindado son más grandes de mi parte por haber tenido la fortuna de llegar al ICBF, pero sobre todo de haber conocido a personas como ellos, puesto que si bien ellos se van con herramientas y aprendizajes de las actividades, soy yo, como profesional y como mujer quien me llevó aprendizajes dados desde sus experiencias pues tenía claro desde el inicio que siempre sería un proceso bidireccional. 

Practicante: Martha Isabel Caicedo Certuche
Área: Psicología Clínica
Asesor: María Virginia Patiño López
Periodo: 2018 II – 2019 I

1 comentario:

  1. te felicito es un excelente escrito, ya que es cierto que todos los estudiantes de noveno semestre cuando empezamos la practica es mucho el miedo que sentimos, impotencia de no saber como nos vamos a enfrentar a ese reto, pero es ponerle corazón a la carrera en la que hemos luchado,yo soy docente y lo que me impulso a estudiar psicología es por aquellos niños que yo veía con problemas en sus hogares, trastornos y desde la parte docente me sentía sin poder hacer nada es por eso que quise estudiar esta carrera tan completa y linda que amo, para poder hacer algo por aquellos niños, niñas que lo necesitan, seguiré adelante y luchando por llegar hacer una excelente psicóloga.

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